Desinfección de espacios abiertos y cerrados con HIPOCLORITO

PROCEDIEMIENTO DE LIMPIEZA Y DESINFECCIÓN

La desinfección con hipoclorito sódico es la mas recomendada y utilizada para las zonas exteriores e interiores que no almacenen elementos susceptibles a estropearse (tejidos, equipamiento eléctrico, etc).

La fumigación del hipoclorito mediante mochilas pulverizadoras, garantiza el acceso del producto a cada rincón. Pudiendo permanecer hasta cinco días con toda su efectividad. 

En las zonas de mayor tránsito y ventilación, la efectividad ronda las 72 horas. Pero en zonas de menor paso, como pueden ser los pasillos de los trasteros en las comunidades, puede permanecer hasta 5 días. 

El hipoclorito en la disolución adecuada, crea una película protectora sobre la superficie donde ha sido aplicado. Película que no conviene limpiar hasta unos días después.

En el caso de que se utilicen disoluciones de hipoclorito sódico que dispongan de una concentración de esta sustancia superior a 35 g/l, se deberán hacer los ajustes pertinentes en los cálculos.

En base a lo argumentado, se podrá desinfectar de forma eficaz con hipoclorito sódico al 0,1% mediante su aplicación con mochilas pulverizadoras (30 ml por litro de agua), dejando que actúe unos minutos, antes de iniciar el tránsito por las zonas donde se ha aplicado. 

Es importante que desde la preparación de las soluciones de hipoclorito sódico hasta su uso, pase el menor tiempo posible, con objeto de evitar que por evaporación, la concentración de esta sustancia activa vaya disminuyendo.

La aplicación del hipoclorito como elemento de desinfección, está especialmente indicado para lugares como:

• Portales completos (suelos y verticales).
• Tiros de escalera completos.
• Ascensores.
• Cuartos de limpieza y de aperos de conserje.
• Garitas de conserjería.
• Tiros de escalera de bajada a garajes.
• Cuartos de baño.
• Pasillos de trasteros.
• Zonas exteriores (suelos, bancos, papeleras, columpios...)
• Salidas a garajes.
• Garajes.

Al tratarse de espacios abiertos donde circula el aire y hay corrientes, este producto bien aplicado, deja una película que no se lleva el aire y es efectivo durante varios días.

LIMPIEZA Y DESINFECCIÓN

Los productos químicos utilizados para llevar a cabo la desinfección son biocidas pertenecientes al grupo 1: desinfectantes y al tipo de producto 2: Desinfectantes y alguicidas no destinados a la aplicación directa de personas o animales (anexo V del Reglamento 528/2012). 

En concreto aquellos que tenga una potente acción virucida. 

Las propiedades desinfectantes son proporcionadas por las sustancias activas que contienen, pero no todas las sustancias son eficaces frente a todos los organismos nocivos. 

De hecho, el tipo de sustancia activa utilizada, la concentración en la que se encuentre en la formulación, entre otros aspectos, condicionan la eficacia del producto biocida. Por ello, es importante utilizar aquellos que hayan demostrado ser capaces de ejercer una acción virucida de amplio espectro.

HIPOCLORITO SÓDICO

Antes de la aplicación de la legislación comunitaria, el Hipoclorito Sódico ha estado regulado por el Real Decreto 349/1993, de 5 de marzo, por el que se modifica la Reglamentación Técnico-Sanitaria de Lejías aprobada por el Real Decreto 3360/1983, de 30 de noviembre. 

En la parte de esta norma que sigue vigente se definen las lejías como “las soluciones de hipoclorito alcalino, tal y como se producen por la industria, incluyan o no los aditivos necesarios para su puesta en el mercado, siendo su contenido en cloro activo no inferior a 35 gramos por litro ni superior a 100 gramos por litro”. 

Si tenemos en cuenta una concentración mínima de hipoclorito sódico en las lejías comercializadas en España de 35 g/l, y dado que existen evidencias de que los coronavirus se inactivan en contacto con una solución de hipoclorito sódico al 0,1% aplicado durante 1 minuto, con una cantidad de 30 ml de cualquier lejía se van a conseguir concentraciones superiores a ese 0,1 % (se establece una concentración algo mayor con objeto de alcanzar ese límite mínimo, teniendo en cuenta la tasa de evaporación tanto por la naturaleza de la propia sustancia como por las posibles elevadas temperaturas de nuestra comunidad).